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Conectados y Felices – Efectos de los Medios Sociales en Nuestras Relaciones

Updated: Jul 3, 2020

Los medios sociales digitales han venido revolucionando como interactuamos con nuestro mundo.

Fue a través de Facebook que descubrí que tenía a compañeras de clase- que no veía desde nuestra graduación hacía décadas atrás (no voy a decir cuántas) viviendo a apenas millas de distancia. Las ganancias han sido múltiples, sin duda. Ex novios se re-encuentran (esperemos que más maduros y con lecciones aprendidas) para renovar una relación. Ex compañeros de trabajo se reúnen para ponerse al día o simplemente para compartir y rememorar tiempos pasados. Familiares reaparecen en nuestras vidas fomentando ‘get togethers’ y épicas reuniones familiares anuales donde todos orgullosamente llevan la misma camiseta con un mismo apellido impreso. Ya sabes a lo que me refiero. Como casi todo en la vida, las conexiones digitales tienen sus puntos buenos y otros no tan saludables que digamos.


Pareciera que en nuestra ahora ya costumbre de conectarnos digitalmente nos olvidamos de conectarnos “cara a cara” o como quisiéramos llamarle. Sabes? Lo triste es que, a veces, ese constante contacto a través de medios sociales interfiere con otro tipo de contacto digital. Mis abuelitas, si estuvieran vivas, estarían horrorizadas si les digo que tengo contacto diario digital con cientos de personas y que cuanto más seguidores aparecen, mejor. Para ellas digital tendría una sola connotación y por tanto pensarían que me tocan miles de dedos diariamente y que yo estoy de alguna manera feliz de propiciar aquella ‘manosearía’. Y es que para las generaciones pre- medios sociales digitales.


Digital involucra utilizar los dígitos que llevas en tus manos pero no para acariciar el teclado o la pantalla de tu teléfono u ordenador, sino para tener contacto que involucra intercambio de células con otro ser humano.


A través de mis estudios y trabajo con parejas por casi 25 años me he convertido (como suele pasar cuando realizas algo que te apasiona) en una especie de experta, gurú de la comunicación, de la intimidad, del compromiso, de la atracción, en fin, del acercamiento y del aislamiento, del éxtasis y del dolor al que podemos llegar cuando ingresamos en ese contrato al que llamamos MATRIMONIO.


A través de los años, aquello que permitimos dificulte la conexión inexorable que debe existir en una relación de pareja, cambia (la tele, el trabajo, los niños, los quehaceres). Hoy en día, me atrevo a decir por lo que veo y escucho en el diván de mi consultorio, son los medios sociales digitales:


“Te la pasas en Facebook”.


“Basta ya de colgar fotos en Instagram”.


“Ya no hablamos casi, si me quiero enterar de ti, solo tengo que leer tus tweets”.


Las protestas por lo general suelen generar respuestas defensivas en los seres humanos, y esta no es la excepción.


“Estas celoso (a) porque tengo amigas (os)”


“Este momento es para mí, me la he pasado trabajando todo el día, déjame tranquila(o) ya”


… y es así como las parejas empiezan esa danza a la que la catedrática de la Universidad de Ottawa Sue Johnson, autora de los talleres “Abrázame Fuerte”(Hold Me Tight), puso la etiqueta de “Encontremos al Malo”. Un tipo de comunicación en la que uno de los dos critica al otro buscando un acercamiento, recibiendo a cambio una justificación que de repetirse el ciclo da lugar al baile de “cuanto más me criticas, menos quiero estar a tu lado”. Algunas parejas están envueltas en este ciclo permanentemente y aunque cansadas del ritmo que llevan, se resignaron a seguir bailándolo entre otras razones por ‘los hijos’, ‘el qué dirán’, o por el compromiso que hicieron ante Dios…aunque ya no sienten el gozo de estar casados. El matrimonio se ha convertido en una especie de carrusel aburrido, un espacio predecible del cual uno quisiera escapar sin hallar por donde hacerlo.


Y qué tal si en vez de acusar, nos ponemos vulnerables y simplemente decimos: “Te extraño”. “Me haces falta” “ ¿En que andas? Me importas más que nadie”. ¿Qué tal si guardamos nuestros teléfonos, si apagamos el ordenador y tocamos digitalmente las manos de nuestra pareja y le miramos a los ojos y le decimos simplemente: “Acá estoy, acércate a mí. Permíteme abrazarte fuertemente?”


Es muy posible que re-encontremos un nuevo ritmo en el que podamos los dos bailar alegremente por siempre digitalmente hablando.



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