Siempre lo supe aunque no tenía como probarlo.
Después de un largo día de trabajo, me recibe con la alegría desbordante típica de alguien que te ha echado de menos. Sin esperar siquiera que me despegue de mi maletín, se acerca a besarme y a acariciarme. Se recuesta en el sofá y me invita a hacer lo mismo. Mirándome fijamente a los ojos me transmite el cariño que siente por mí sin tan solo decir una palabra. Y yo le creo.
No importa como haya sido mi día, si el tráfico estuvo peor que nunca, o si la oficina se quedó sin señal de internet. Sabe cómo arrancarme una sonrisa y hacerme sentir que el mundo está en orden. Me insta a caminar. Y salimos los dos solos en lo que termina siendo mi única caminata del día. ¿Cómo sabe cuánta falta me hacía? El nuestro es un plácido ritual tan predecible que afianza nuestro apego.
Me niego a creer que viví tanto tiempo sin su compañía y me creía feliz. ¡Que poco sabia de la vida! ..del valor que tiene establecer lazos intensamente profundos, del rendirse ante esa deliciosa dependencia a nuestros abrazos. Siempre supe que me sentía diferente desde que entró a mi vida, pero ¿cómo probarlo? Hoy obtuve mi respuesta ¡Se llama Oxitocina! Llamada también la hormona del amor y del apego, es la misma hormona que es segregada cuando madre y bebe se miran fijamente a los ojos o cuando una pareja de amantes se unen en un plácido abrazo, nutriendo, en ambas instancias, la dependencia el uno en el otro. La dependencia, un perdurable mecanismo de sobrevivencia. ¡Eso es! Un estudio publicado en la revista Ciencia por el científico japonés Takefumi Kikusui, de la Universidad de Azabu afirma que cuando amo y perro se miran fijamente los niveles de oxitocina se elevan en ambos.
Ah, mi dulce Charlie, siempre lo supe, pero hoy pude comprobarlo científicamente. Nuestro amor es verdadero. El mundo está de veras en orden.
Liliana Wolf
Te insto a que segreguemos algunas hormonas de bienestar hoy, mira a tu mascota a los ojos y dale un abrazo de oso.
Para más información basada en estudios científicos: